Uno de los grandes problemas en esta nueva era tecnológica es la aparición del denominado estrés digital, un tipo de estrés caracterizado por la ansiedad que nos producen las distintas notificaciones y la exigencia de contestar a todos los mensajes de cualquier tipo que recibimos en nuestros dispositivos tecnológicos. Los teléfonos móviles y las redes sociales se han convertido en parte de nuestro día a día, al tal punto que a veces no notamos que los estamos usando.
En esta contingencia, donde además la actividad laboral y social dependen de la conectividad, es importante buscar el bienestar digital, es decir, cuidar la salud personal, la seguridad, las relaciones y el equilibrio entre la vida laboral y personal en entornos digitales. Una tarea que parece imposible cuando la primera actividad del día es revisar los dispositivos y hacer scroll en el feed antes de dormir.
La saturación digital reduce notablemente la productividad puesto que la exigencia de estar contestando de forma continuada a correos electrónicos, mensajes de teléfono, whatsapps y otras notificaciones implica un descenso en el nivel de motivación con la consiguiente pérdida de productividad.
Esto último resulta un problema puesto que repercute directamente en el flujo continuo de trabajo y en los resultados de la misma. Es por esto que se destaca la importancia de programas de atención y concentración con el fin de evitar el estrés organizativo y digital.
Y es que llegar al punto de saturación digital lleva no sólo a bloqueos mentales sino físicos puesto que existe una sensación de fatiga constante e irritabilidad por la sobreexposición a aplicaciones y navegación online. El estrés digital obliga a una pregunta que es necesaria: ¿qué tipo de persona es productiva si su mente nunca descansa?
Pero desafortunadamente este estrés digital no sólo afecta a los trabajadores sino también a los más jóvenes, aunque es cierto que éstos últimos han crecido en un entorno tecnológico diferente al de sus padres y por eso quizá les afecte de forma distinta.
Algunos consejos para evitar que la hiperconexión se convierta en un problema de salud, conducta o afecte las relaciones personales:
- Enfocar el tiempo con la tecnología:Sacar el mejor provecho de ella, entender las razones para las que se utiliza cada dispositivo y plataforma, y hacer un uso más responsable y consciente.
- Desconectarse más seguido:Pasar menos tiempo conectado permite disfrutar más pasatiempos. Existen aplicaciones que ayudan a detectar la frecuencia y uso de cada dispositivo, y restringir el acceso por cierto tiempo programado para ser más productivos.
- Minimizar las distracciones:Establecer horarios para un descanso del trabajo o para revisar redes sociales. Poner tonos especiales para llamadas o mensajes permite identificar más fácilmente cuando puede tratarse de una urgencia o un tema de trabajo.
- Encontrar el balance:Platicar sobre los límites que se tendrán en casa y llegar a un consenso sobre la cantidad de horas en las que se puede jugar, estar en redes o en videollamadas, generará un ambiente más sano.
El final de la saturación digital pasa por apagar el teléfono digital todos los días, al menos unas horas. No hay otra opción. Ni silenciarlo. Ni siquiera meterlo en un cajón. Según asegura el experto, "a medida que desarrollamos la capacidad para actuar sin reaccionar impulsivamente tendremos más capacidad de autocontrol y seremos menos proclives a conductas adictivas y destructivas. Apagar el teléfono, silenciarlo, acostumbrarnos a decidir nosotros cuando lo usamos, siendo dueños de nuestro tiempo, en lugar de actuar como autómatas controlados por nuestros propios dispositivos, es el camino a seguir".